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El cuerpo transferencial de la esquizofrenia

 

El cuerpo transferencial de la esquizofrenia[1]

 

Martín Alomo[2]

 

Resumen

 

Este trabajo consiste en la formulación de una pregunta y el ensayo de una respuesta. La pregunta es la siguiente: ¿Cómo es que el tipo clínico que se define por no poseer un cuerpo para albergar sus órganos, ni un corpus significante para sus producciones simbólico-reales, ni acceso a un discurso en el que dinamizar sus competencias de lenguaje puede, sin embargo, establecer un lazo a través del cuerpo-a-cuerpo de la transferencia analítica? Para delinear una respuesta posible, caracterizaré la particularidad de la ironía de transferencia.

Palabras clave: esquizofrenia – transferencia – cuerpo – ironía

 

 

Invocación del llamado esquizofrénico

 

Algunas veces, acuden a nuestra consulta personas que padecen la desintegración de sus pensamientos, que no participan de la lógica formal discursiva, que tienen dificultades para sentir que su subjetividad está vinculada a un cuerpo propio, que presentan discordancias llamativas entre su manera de percibir la realidad y el modo más o menos consensuado por las convenciones compartidas. Se trata de personas que muchas veces “hablan raro”, parece que dicen pero en el medio de lo que aparentaba ser una frase pierden el interés por lo que estaban diciendo o recalan en un delirio que, según el caso, puede ser místico, erotómano o persecutorio (o una combinación de ellos), fenómenos que dificultan el establecimiento de vínculos y crean una pared de aislamiento entre ellos y los otros. Las experiencias más extrañas, impensables para quienes no las atraviesan en primera persona -a excepción palmaria de la creatividad de los artistas (Sass 1992)- suelen formar parte de sus vivencias: estar muerto en vida; no tener cuerpo (o faltar “la parte de atrás del cuerpo”, por ejemplo); no disponer de intimidad ya que los pensamientos se emiten involuntariamente a través de telepatía, por lo cual todos los demás pueden saberlos; ser comandado a distancia por un aparato de influencia; etcétera. También suelen presentar fenómenos perceptivos fuera de lo común: alucinaciones polimorfas, en particular auditivo-verbales (“escuchan voces”), aunque no siempre ni necesariamente. Al respecto, en 1970, un psiquiatra de Henri-Rouselle le preguntaba a Jacques Lacan “¿si acaso los pacientes nos mienten, y resulta que cuando nos dicen que escuchan voces en realidad no escuchan voces… cómo podemos saberlo?”. La respuesta de Lacan fue lapidaria: “yo no sé si alguna vez alguien escuchó nada” (Lacan 1970). Todo lo que podemos saber es que alguien dice “escucho voces”. Como en el análisis de los sueños, el material que se nos ofrece es textual.

 

Extrañeza y contingencia

 

La presencia del esquizofrénico en el mundo introduce una condición extraña, que por su textura y su clima produce un efecto rupturista en la realidad socialmente compartida, en la “normalidad”. Se trata de un efecto de des-consistencia, de irrealización, de extrañamiento. Él nos recuerda, si acaso lo habíamos olvidado, que la realidad en modo alguno responde a lo necesario. ¿Por qué el Dasein y no más bien nada?, se preguntaba Heidegger retomando la pregunta de Leibniz y Hegel. El universo es contingente (Milner 1995) y la ironía del esquizofrénico, en su (des)encuentro con el Otro del mundo y sus representantes de turno, nos lo recuerda: lo que puede ser, sin embargo podría no ser (Tomás de Aquino, S. XIII,I,q. LXXXVI, 3 c).

La clínica nos muestra que el fenómeno de la ironía esquizofrénica -detectado por Lacan, y antes y después de él por muchos otros clínicos sensibles de distintas latitudes- además de constituir un modo particular de la defensa representa también un tipo de “auto-tratamiento” -tomo el término de Colette Soler (1998, pp. 12-20)- en lo que respecta a la problemática del lazo social. Aunque, en este caso, se trata de un auto-tratamiento fallido, ya que se practica necesariamente con otros. Me he ocupado extensamente de este punto (Alomo 2017).

 

La ironía esquizofrénica

 

Jacques Lacan se refiere al tema de la ironía en la esquizofrenia en dos oportunidades: en su escrito sobre “Esquizografía” (1931) que firma junto a dos médicos de Sainte Anne -J. Lévy-Valensi y P.Migault- y que incluye como un tercer anexo a la edición francesa de su tesis de doctorado (las ediciones en español cuentan sólo con dos, faltando el texto que nos interesa aquí); y luego, la mención más conocida, en respuesta a los estudiantes de filosofía (1966). En el primer caso, equipara la ironía con la alusión y la antífrasis como formas de comunicación indirecta, en relación con el modo en que una paciente expresa en sus escritos -que son objeto de análisis en el artículo- un estilo particular de rodear el núcleo de su relato. Allí donde se esperaría que hubiera un sujeto, al menos de los enunciados, había confusión, los deícticos eran vagos y el sujeto de la enunciación inasible; finalmente, todos esos rodeos indicaban una referencia negativa: ausencia de marcador claro, ya sea del enunciado, ya de la enunciación. Por otro lado, en la intervención de 1966, Lacan comenta la ironía del esquizofrénico vinculada con la función social de la enfermedad mental, estableciendo una comparación entre el lugar de la histeria en la Viena victoriana de los tiempos de Freud, con la presencia misma del psicoanálisis en la cultura.

Como podemos observar, se trata de dos referencias de carácter bien distinto que, por distintas vías, nos permiten pensar diferentes modos de hacer-cuerpo, o de hacerse un cuerpo, que actualiza en la transferencia el sujeto esquizofrénico.

 

Para concluir: la enmienda introducida por la ironía de transferencia

 

La referencia más antigua se refiere a una paciente que encuentra un modo activo de incorporarse a la conversación, no de cualquier manera, sino motivada por sus “dinamismos afectivos”, detalle que no deja de ser llamativo al tratarse de una psicosis ideativa. Por medio de la irrupción pasional, los temas del delirio se vivifican e involucran al sujeto en el discurso de un modo doble: por un lado, se demarca una zona propicia para su advenimiento, en la direccionalidad hacia el oyente, caracterizada por confusión y discordancia en lo que atañe a los pronombres; por otro lado, esa misma irresolución indica que la defensa vacila. Las observaciones de Jakobson sobre “el caso Hölderlin” subrayan particularmente este punto (1980; 1981).

En lo que respecta a la referencia de 1966, ella revela un modo de cavar un lugar en el Otro y producir así el vacío necesario para que la vida no sea un mero agregado de cosas. Tal vez, el ataque radical al lazo social mencionado por Lacan, ofensiva que no disimula la necesidad del otro allí presente para que haga las veces de partenaire magullado, ironizado, no sea sino aquel paso que el esquizofrénico insiste en dar una y otra vez (“en vano”, señalaba Lacan en 1954).

Sin embargo, la referencia de 1966 parece enmendar aquel señalamiento tajante. El cuerpo armado con la ironía-ariete situado en el extremo agente, supone un vacío asequible más allá del Otro del discurso inhabitable aunque a través de él. Ese más allá señala un punto particularmente fecundo para la posición del analista en la clínica de la esquizofrenia, receptor de la ironía de transferencia entendida como la actualización de la insistencia de un paso que todavía quiere darse. Que sea “en vano” o no, dependerá de la calidad del encuentro.

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

-Alomo, M. (2020). La función social de la esquizofrenia. Una perspectiva psicoanalítica. Buenos Aires: Editorial Eudeba.

-Alomo, M. (2017). La elección irónica. Estudios clínicos sobre la esquizofrenia.

Segunda edición (versión corregida y aumentada). Buenos Aires: Letra Viva.

-Jakobson, R. (1980), Selected Writings III: Poetry of Grammar and Grammar of Poetry. La haya-Paris-New York: 1981, pp. 388-446.

-Jakobson, R. (1981). “El lenguaje de la esquizofrenia”. En Arte verbal, signo verbal, tiempo verbal. México: Fondo de Cultura Económica, 1992, pp. 181-192.

-Lacan, J. (1954). “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud”. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI, 1998, pp. 366-383.

-Lacan, J. (1966). “Réponseà des étudiantsenphilosophie sur l’objet de la psychanalyse”. EnAutresÉcrits. Paris: Seuil, 2001, pp. 203-211.

-Lévy-Valensi, J.; Migault, P.; Lacan, J. (1931). “Écrits ‘inspirés’: Schizographie”. J. Lacan, Travaux et interventions. Alençon: AREP édition, 1977.

-Milner, J-C. (1995). La obra clara. Buenos Aires: Manantial, 1996.

-Sass, L. (1992). Madness and Modernism: Insanity in the light of Modern Art, Literature and Tough. USA: Harvard UniversityPress, 1992.

-Soler, C. (1998). Estudios sobre las psicosis. Buenos Aires: Manantial, 1998.

-Tomás de Aquino (S. XIII). Summa Teológica. Madrid: B.A.C., 2010. (Edición bilingüe latín-español).

 

 

 

[1] Trabajo leído en la XI Cita Internacional IF-EPFCL – Buenos Aires, el  1° de julio de 2022.                                   

[2] Psicoanalista. Miembro del FARP y de la Escuela Internacional de Psicoanálisis de los Foros del Campo Lacaniano. Doctor en Psicología (UBA). Magíster en Psicoanálisis (UBA). Docente e investigador de la Facultad de Psicología (UBA). Presidente del Comité de Ética en Investigación del Hospital Braulio Moyano, Buenos Aires. Contacto: martinalomo@hotmail.com

MARTIN ALOMO

Dr. en Psicología de la UBA

Para contactarse con Martín puede escribir a:
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