«Nadie duerma», la revista digital del FARP

El psicoanalista y escritor Martín Alomo es el director de Nadie duerma, la primera revista digital del Foro Analítico del Río de la Plata (FARP),
que acaba de publicar un número sobre la interpretación en la clínica y que amplía el campo de la práctica lacaniana en nuestro país.

Alomo también es docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y miembro de planta del Hospital Braulio Moyano. Publicó, entre otros libros, La elección en psicoanálisis, La estructura del insulto, La elección irónica y Clínica de la elección en psicoanálisis I y II, todos en Letra Viva.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Por qué, y cómo se te ocurrió esta idea, armar una revista digital de psicoanálisis, y titularla «Nadie duerma»?
A : El Foro Analítico del Río de la Plata (FARP), institución a la cual hace tiempo pertenezco y de la que en estos momentos me estoy ocupando de coordinar la comisión de publicaciones, ya tiene su órgano principal que es la revista AUN, que sale en papel. Sucede que la nueva Comisión Directiva, a cargo de Vanina Muraro, le dio un impulso enorme al tema publicaciones. En realidad, a Vanina se le ocurrió la idea de una revista digital, que nos permitiría -como efectivamente ahora lo estamos comprobando- una mayor periodicidad que la revista impresa y por lo tanto, la posibilidad de ser más inclusivos con la enorme producción de colegas, de entre las cuales siempre hay algunas que merecen ser publicadas.

O bien porque responden a problemas cruciales y actuales de nuestra disciplina; o bien porque dan testimonio de investigaciones o discusiones suscitadas en el seno del foro, y vale la pena ponerlas en común para que los ecos de las mismas alcancen otros oídos. O también, como en el caso del artículo inédito que escribió Colette Soler para este número, porque se trata de una producción nueva de alguien que siempre tiene algo interesante para decir, y además es nada menos que una autoridad del psicoanálisis a nivel mundial.

En cuanto al título, si bien lo decidimos entre todo el Comité Editorial de la revista, fue una ocurrencia mía. Acaso mi gusto por la ópera, especialmente por Puccini. Y en particular por Turandot, esa princesa tan fría, tan metálica, que lanza esa consigna férrea: Nessundorma! Consigna que, sin embargo, leída retroactivamente, a la luz del final de la obra, no deja de ser un mensaje de amor. Y como el FARP no es cualquier grupo de psicoanalistas, sino una institución orientada por los principios de la Escuela concebida por Jacques Lacan, nos interesa ese amor nuevo, ese lazo social nuevo capaz de alojar a los analistas aun en su diferencia radical con cualquier otro… pero lazo con otros al fin, y no sin intereses libidinales en juego, por supuesto.

¡Amor entonces! Así que Nadie duerma es la particularidad de los analistas que mantenemos lazos sociales con otros analistas aun después de habernos analizado, y en ese lazo particular no consentimos dormirnos… no al menos todo el tiempo. ¡A veces despertamos! Nadie duerma da testimonio de ello.

T : En el psicoanálisis local, ¿muchos duermen?
A : Yo creo que en el psicoanálisis local muchos dormimos, y también en el internacional. Después de todo dormir es casi lo propio del humano, y despertar ocurre a veces. Dormir, por suerte, nos permite anoticiarnos de nuestro deseo inadvertido, por ejemplo en los sueños. Dormir es lo que hacemos, tal vez, cuando vamos al trabajo, llevamos nuestros hijos al colegio y conducimos nuestro auto, sin pensar que quizá algún día nos enfermaremos, que nuestros seres queridos y nosotros mismos moriremos algún día, que además, no nos es lícito calcular la proximidad de ese día final, etcétera.

Y sin embargo, hacemos nuestras cosas cotidianas como si todo eso no fuera cierto, haciendo caso omiso de esa realidad irrefutable. O aunque esa realidad inexorable -para tomar un término caro a Borges- tal vez sí sea refutable: justamente con nuestro dormir, que la vela constantemente. Tal vez sea la eficacia de ese velo lo que nos permite seguir adelante con nuestras actividades. Es cierto: a veces nos despertamos… en un análisis, por ejemplo. Pero no se puede vivir todo el tiempo despierto, conversando con Átropos, nuestra compañera de viaje. ¡Eso sería insoportable para cualquiera!

T : Este es el segundo número de la revista. Está dedicado a la interpretación. ¿Hay un nudo ahí por trabajar? ¿Cuál sería?
A : Sí, efectivamente. El nudo que nos ha interesado trabajar es el de las resonancias, que no hace sino poner sobre el tapete la incidencia lateral y muchas veces enigmática de las intervenciones del analista, e incluso, diría, de la presencia del analista en el dispositivo. Interrogarnos por las resonancias de la interpretación es un modo, tal vez el más preciso, de indagar la eficacia específica del método analítico.

T : ¿Qué consecuencias pensás tuvo, para los miembros del foro y para el universo psi local, la visita de Colette Soler?
A : Cada vez que Colette Soler viene a visitarnos a la Argentina, eso genera una efervescencia muy notoria. Colette tiene la particularidad de ser muy clara en sus exposiciones, además del vuelo teórico y la agudeza clínica que la caracterizan, resulta conmovedor a veces presenciar su esfuerzo didáctico. El psicoanálisis ya es difícil, no es fácil dedicarse a la clínica, no es fácil estudiar la teoría, ¡y por supuesto no es fácil leer a Lacan! Sin embargo, Colette no agrega oscuridad ni dificultad a sus exposiciones ni a sus escritos. Por alguna razón, es clara en su transmisión.

Eso me ha llevado a pensar, incluso, en mi propia transmisión y en la de otros colegas a los que conozco. No hablaré de los otros, pero encontrarme con el estilo de Colette me ha llevado a entender que en mi transmisión del psicoanálisis me vuelvo oscuro, soy poco claro o demasiado rebuscado, tal vez sea porque yo mismo no entiendo del todo lo que estoy queriendo decir. Y como sabemos, no sólo se trata de lectura. En la transmisión del psicoanálisis se juega la enunciación del enseñante, y no hay otro método para modificar el estilo enunciativo y encontrar la propia voz que no sea la travesía analítica.