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"El psicoanálisis, en un punto, permite al sujeto elegir"

Autor: Pablo E. Chacón - Nota publicada en www.telam.com.ar el 13 de Mayo de 2013

En Clínica de la elección en psicoanálisis, el psicoanalista Martín Alomo investiga ese concepto a partir de ejemplos de la vida cotidiana y concluye que el destino de un sujeto no está escrito, dado que existen posibilidades para quebrar las determinaciones conscientes e inconscientes y vivir de manera más intensa.

En dos tomos, recién publicados por la casa Letra Viva, el autor hace uso de Freud en el primero y de Lacan en el segundo, para pensar qué se dice cuando se dice elección, entre otras cosas porque esa idea está entrelazada a otra: la de libertad.
 
Alomo es miembro del Foro Analítico del Río de La Plata (FARP); docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y autor, también, entre otros libros, de "Estructura del insulto" y "La elección irónica. Estudios clínicos sobre la esquizofrenia" (Letra Viva).
 
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
 
- El libro plantea una clínica de la elección cuando se supone que la elección o está tomada o bien es imaginaria. ¿Esto es así?
- El de la elección tomada refiere a lo que en psicoanálisis pondríamos del lado de la determinación del sujeto. Por un lado, está la determinación de la estructura (el descubrimiento freudiano del inconsciente).
 
Freud, a principios del siglo pasado, con sus tres libros inaugurales (sobre el sueño, el chiste y los equívocos cotidianos) deja sentado un punto fuerte: aunque el hombre se crea dueño de sus actos y de sus pensamientos, la eficacia del inconsciente revela que hay fuerzas extrañas, de las que el sujeto no está anoticiado, que lo determinan. Quiere decir una cosa y dice otra  distinta, quiere hacer una cosa y hace otra, etcétera. En ese punto no hay elección, la elección está tomada, y allí el sujeto es la cosa determinada por los efectos de estructura.
 
Y también está la cuestión del goce, y lo que podría llamarse la elección del goce, entendiendo que somos decididos por ciertos goces. Esto puede determinar posiciones inconmovibles, y si el modo de goce de un sujeto necesita de una construcción (la que sea) para ser sostenido, si no hay una incidencia que modifique esa condición, difícil que vaya a haber cambios.
 
Si algo enseña el psicoanálisis, es que la serie sintomática puede ser sufriente, incluso estrafalaria (el término es de Freud) pero mientras no haya otros modos alternativos, eso puede sostenerse con una persistencia impactante.
 
- ¿Entonces?
- Abordar la clínica por el lado de las elecciones es auscultar ese punto en el que el sujeto, aun siendo determinado de múltiples maneras, puede encontrar, de manera contingente, a través del análisis, algo que lo incite a gozar de otros modos.
 
- Por el lado de Freud y por el lado de Lacan. ¿Cuáles son las diferencias?
- Es asombroso leer en los textos de Freud cómo el tema está planteado de entrada. Comienza por diferenciar tipos de neurosis, y en su "primera nosografía" distingue diferentes posiciones respecto de lo que llama "la representación inconciliable".
 
Lo asombroso es que establece sus diferencias recurriendo a la estructura del silogismo, y la diferencia entre valorar una representación inconciliable como un autorreproche o como un reproche procedente del exterior, de algún otro.
 
- ¿Podrías aclarar el punto?
- Freud dice que podemos acompañar al analizante hasta cierto punto en el esclarecimiento de sus determinaciones. Pero persistir en la neurosis u optar por otra vía de satisfacción queda enteramente por su cuenta.
 
- ¿Y sobre las diferencias con Lacan?
- Son notorias, por ejemplo, en el final del análisis. Para Lacan se trata de prescindir de ese Otro que encarnó el analista durante el análisis. Si el sujeto, durante el análisis, aparece subsidiado en sus decisiones de analizante por la presencia del analista, en el paso final, la decisión le corresponde a él: si quiere finalizar, debe dar el paso sin subsidio, de modo autogestivo.
 
- En la elección, ¿siempre está contemplada una idea de separación o final?
- Efectivamente, en la idea de elección siempre hay una idea de acto, y éste, como tal, es separador. La idea de final va con la del acto: algo deja de ser como era, y adviene un nuevo ser. En lo que comentaba a propósito del enfoque lacaniano, queda claro: se trata de una separación del Otro que encarnaba el analista en la transferencia; del objeto que era tomado en el campo de la transferencia sostenido por la presencia de aquel Otro; y también de gozar en la transferencia por medio del análisis.
 
- El tipo de elección, ¿decide en el análisis si el sujeto se "conforma" liquidando un síntoma, por ejemplo, o seguir hacia otra escala?
- Sí, claro. Como decía Lacan, nadie busca un análisis demandando un final de análisis, con todo lo que implica, sino que lo que se busca es la felicidad. El alivio de los síntomas puede ser un hallazgo suficiente para aquel que acudió a un analista en busca de ayuda. Sin embargo el efecto terapéutico que sabemos que el análisis produce cuando el dispositivo se pone en marcha, no es la causa final del psicoanálisis.
 
- ¿Cuál es esa causa?
Cuando el paciente, a partir de haber virado su posición de padecer pasivamente sus síntomas a la de analizante, es decir, haya encontrado la posibilidad de llevar una vida menos sufriente, puede querer algo más. Y allí la posición neurótica de no querer saber puede verse conmovida, y el empuje de querer saber tal vez pueda llevar a un analizante hasta la contingencia de un final. Por supuesto, esto no es ni obligatorio ni es para todos, justamente porque es electivo.
 
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.